Natalia Oreiro, María Laura Santillán, Araceli González y Luisana Lopilato posaron para una espectacular producción y hablaron con ¡Hola!
Siempre estuvieron convencidas de que el camino que eligieron transitar era el correcto, y la pasión que le pusieron a cada uno de sus pasos se convirtió en el leitmotiv más acertado para materializar sus objetivos. Admiradas por las argentinas, María Laura Santillán (50), Araceli González (44), Natalia Oreiro (35) y Luisana Lopilato (25) comparten el título de embajadoras de L’Oréal Paris, y juntas desplegaron todo su encanto desde el clásico y lujoso Hotel Martinez de Cannes en una exclusiva producción de fotos. En una charla íntima con ¡Hola! Argentina frente al Mediterráneo, hablan de sus pasiones, la familia y sus sueños.
–¿Cuál creen que es el sello personal que las convierte en referentes para muchas mujeres?
Natalia: Creo que algunas mujeres más grandes me ven como una nieta o una sobrina, y mis pares me perciben como alguien que logró alcanzar sus sueños con mucho esfuerzo. Aunque en algunas fotos me vean haciéndome la femme fatale, eso es parte de un juego. Yo no soy así y a todos nos gusta identificarnos con gente directa y sincera.
Araceli: Estoy de acuerdo. La gente elige lo que le resuena como verdadero. Odio a las personas que muestran una vida que no tienen. Yo siempre me dejé ver tal cual soy: más feliz, más triste. Permití que me vieran en mis éxitos y mis fracasos más personales.
Luisana: Sin dudas, creo que entrar todos los días a través de la televisión hace que me vean como alguien de la familia. También hay algo natural que no requiere de tanta producción ni tanto maquillaje para verse bien.
María Laura: Yo sé que hay muchas mujeres que me miran y me escuchan, y eso conlleva una gran responsabilidad, pero me cuesta mucho hablar de mí. Mi abuela Raquel siempre decía que no está bien hablar bien de uno mismo.
–¿Cómo definirían este momento de sus vidas?
Luisana: Felicidad es la palabra que mejor resume este momento. Esta gran etapa personal que estoy viviendo hace que también disfrute mucho más de mi profesión.
María Laura: En mi caso, hay algo de disfrute y mucho de confianza en lo que he sembrado como mamá. Siento que hice lo correcto con mis hijas Josefina y Elena.
Natalia: Para mí es una etapa de aprendizaje absoluto, un momento nuevo e irrepetible. Si hay momentos en la vida de una persona que son un mojón, el nacimiento de Merlín es un obelisco en la mía. [Se ríe.] Yo pensé que iba a ser mucho más relajada como mamá y me gustaría que toda la organización que requiere un bebé no se convierta en algo rutinario, porque la rutina es lo peor que me podría pasar. Soy una persona muy movediza y siento que los hijos eligen a los padres, por eso Merlín sabe dónde se metió. [Carcajadas.]
Araceli: A partir de los 40, me puse mucho más selectiva en los afectos y en lo profesional. El balance es necesario para saber lo que hiciste bien y lo que hiciste mal y siento que esta es una etapa de aceptación. Ya no me castigo por lo que hice mal, ni realzo lo que hice bien. Vivo la vida de una manera más real.
–¿Qué cosas las apasionan?
Natalia: Estar todo el tiempo emprendiendo cosas es lo que me apasiona realmente. Me gusta soñar algo y después hacer todo el recorrido hasta concretarlo. Lo que más me cuesta es sostener esa pasión en el tiempo y que aquello que emprendí no termine por agotarme. En mi profesión siempre hay personajes que me gustaría hacer, personas con las que querría trabajar…
Araceli: Creo que el gran motor que tenemos todos es correr ese techo que se supone nos limita: a mí me gustaría tener un programa de televisión propio, hacer una típica novela de amor… A nivel personal, amo cocinar para mi familia y estar pendiente de todos. Soy una idishe mame total.
Luisana: De mi profesión me gusta todo: poder jugar a ser modelo por un rato y después ser actriz y cantante. Transitar historias que sé no voy a vivir nunca es realmente fascinante.
María Laura: A mí también me gusta mucho mi trabajo, me fascina conocer, saber, aprender… Seguramente eso se traduce en mi vida personal. Mis hijas también son muy curiosas, están atentas, siempre con ganas de hacer cosas. Esas son características muy mías.
–¿En qué se reconocen mujeres con todas las letras?
Luisana: En los continuos cambios de humor. Creo que las mujeres somos una montaña rusa: lo quiero, no lo quiero, me gusta, no me gusta…
María Laura: Yo no soy ciclotímica, soy megaestable: con mis amigas, con mis parejas, con el trabajo... No tengo nada de mujer fálica, me gustan el hombre protector y sentir que cuando me abraza llegó el remanso. Eso es muy femenino, ¿no?
Natalia: En realidad, yo tengo una personalidad muy masculina en mi manera de manejarme en la vida. Pero soy femenina en el gusto por la moda, en lo que tiene que ver con la decoración, ahí soy muy "maricona".
Araceli: Hormonalmente, soy muy mujer. [Se ríe.] Estoy atravesando una etapa con muchos cambios: a la mañana puedo estar de un humor genial y a los dos minutos ser una loca. Y tengo esa cosa muy femenina de "nadie lo va a hacer mejor que yo". Por eso, el único que me banca es Fabián [Mazzei], porque idolatra a la mujer, es el hombre ideal para mí. Además, soy una leona con mis hijos: si alguien se mete con ellos, te aseguro que está en problemas.
–¿Qué representa el éxito en sus vidas?
Natalia: El éxito es algo sutil y pequeño: poder caminar por el parque de mi casa, debajo de los cipreses, pensando sólo en cosas lindas… Obviamente, cuando emprendo algo a nivel profesional quiero que resulte y sé que eso va a suceder cuando estoy convencida de lo que estoy haciendo y no es una imposición del afuera.
Araceli: A veces se cree que los éxitos y fracasos son los de la televisión. Pero la verdad es que mi gran éxito son los dos hijos increíbles que tengo y que la gente hable maravillas de ellos. Obviamente, haber encontrado un hombre como Fabián es otro gran éxito.
Luisana: A mí me pasa lo mismo que a Ara. Siento que mi encuentro con Mike [Michael Bublé] es un éxito de la vida. ¡Y lo celebro! Mi familia y mis amigos también lo son. A nivel profesional no sé si alguna vez lo tuve. Atravesé buenos y malos momentos, pero hay muchos factores para que un proyecto sea exitoso. No creo que sea algo personal.
María Laura: La palabra "éxito" me parece frívola y sobrevaluada. Es como ser famoso, ¿qué significa realmente? No creo que sea un valor en sí mismo. Si uno transita el camino sólo para tener éxito, lo más probable es que no lo consiga nunca.
–¿Tienen una asignatura pendiente o algún sueño por cumplir?
María Laura: Yo no sé hacer planes a largo plazo. Prefiero estar más atenta a lo que se presenta o lo que se me ocurre en el día a día.
Araceli: Yo sí creo en las asignaturas pendientes. Soy de Géminis, siempre inquieta. No me gusta quedarme en fantasías y por eso siempre busco saber cómo es en realidad lo que quiero hacer.
Natalia: En mi caso, siento que haber pasado los 30 está bueno porque hay un camino recorrido para capitalizar. En lo personal, me gustaría tener más quietud, tranquilidad, mucho campo y mar. En lo profesional, me gustaría poder correrme lentamente del lugar de actriz y pasar a dirigir.
Luisana: Sin dudas, ser mamá es mi gran sueño por cumplir y no tengo dudas de que mis hijos van a ser el gran motor de mi vida.
–¿Cómo se llevan con el paso del tiempo?
María Laura: ¿No somos eternos? [Se ríe.] Es muy difícil llevarse, porque se "usa" ser joven y, si no lo sos, al menos parecerlo. Pienso que la mujer que diga que está totalmente conforme con la imagen que le devuelve el espejo miente. ¿No creen?
Luisana: Algo de eso hay. Yo tengo mis momentos: días en los que me veo fea, hinchada y con las rodillas enormes y digo: "Hoy decididamente no es mi día". Y otras veces que me siento una diosa. Pero me encanta cumplir años y festejarlos.
Natalia: La verdad es que yo no tengo rollo con mi cuerpo, me gusta verme linda, pero en realidad me gusta estar más cómoda que linda. En el día a día, me parezco más a una chica de Woodstock de los 70 que a la actriz del vestido blanco que caminó por la alfombra de Cannes.
Araceli: Yo tampoco soy obsesiva con el cuidado del cuerpo, y eso es tranquilizador. La mujer que más se empecina en ocultar su edad es en realidad a quien más se le notan los años. Me encantaría ser abuela y creo que muchas mujeres de mi edad se morirían si las llamaran así.
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